TIERRAS DEL SINSENTIDO


Transcribo: De golpe encuentro que debo encender el patitieso remanso crepuscular, conato fotográfico de enseñanza a través del andén y del cielo rezagado.

El Señor Entempiso se pone el gran corbatón turquesa como para enfundar grifos y moralejas de bronce. Cada retrato y cada folio de su guantera proviene del cuadriculado comando histórico - genealógico - tuitopoderoso del villorio. El buen Sir de Sinbondades gusta de sí mismo frente al fluorescente gotear de su bigote engominado.

La Señora-d-llaves, sin ser otra cosa que una escarapela desdibujada, condimentada por los dineros de los Buengusto, pone el collar de perlas sobre el zorro sin mayor ciencia que la otorgada por las tribus ciudadanas, antes atropelladas que vírgenes, que alternan la cultura de aquí con la barbarie de allá.

Se puede preguntar si además de la repugnante visión esmerilada del jugo medular usted entiende, sin más uso que el de su conocimiento, que todo esto es una deformación del juego de llaves que abrirá, tarde pero seguro, el secreto endiablado del relato de la desconocida vida inventada. Pero el Sir Entempiso es algo así como el posesivo sacerdote todopoderoso - hijo del Sir padre - cabeza visible y mandante de la Mamarrachería Pornográfica.

Usted ya puede ver que la Lógica no puede negar así porque sí tal calcada impostura nefrítica: más vale negar existencia de la razón que la de la pornográfica religiosidad de los Sires.

De todas maneras, recuerdo que estuve frente al Incinerador Colectivo aquella tarde disilábica. Allí se quemaron todas las resumidas y no resumidas ediciones de la historia. Se quemaron bajo la Gran Imagen de Piernas Cruzadas y Mirada Perdida. Bien, en aquella gran quemazón de lo populachero y sacrílego, donde a los Sires se les iban los ojos morbosos, alguien gritó el viejo dicho enciclopedista: “¡Que el Dios queme mis venas pero no mis conductos eyectores!”

Sin aquella vieja pornografía qué sería de los juicios nuevos. Sin aquella pirateada del Sir Entempiso no podría fundarse el nombre de toda la carroña que apesta en la contumelia.

Pero …de qué injurias se está hablando ?

(Teatro de Cuentos. Acto III)